Por Javier Darío Restrepo
Do FNPI
Cuando apareció la imprenta las responsabilidades éticas de quienes escribían las acta diurnae, que era el nombre de las informaciones manuscritas que circulaban de mano en mano, no se cambiaron sino que se multiplicaron: ya no serían unas cuantas personas, sino muchas más las que se beneficiarían de una noticia de calidad, o las que tendrían perjuicio por la mediocre o mala calidad de las informaciones. Lo mismo sucedió al llegar la radio, o la televisión como instrumentos para difundir noticias: la responsabilidad se intensificó y fueron mayores las implicaciones éticas del uso de un poder mayor en la comunicación. Con los nuevos medios electrónicos no será necesario descubrir una nueva ética, sino las nuevas implicaciones de la ética de siempre. Y como sucedió en los desarrollos tecnológicos anteriores, se ampliaron e intensificaron las responsabilidades de los usuarios de estos medios. Y valgan los ejemplos: el periodista siempre tuvo que responder por los contenidos y por los efectos de la divulgación de esos contenidos. Es una responsabilidad que se aumentó al crecer las audiencias cubiertas por los medios; se intensificó cuando no solo se habla para el oído, sino también para el ojo y para la inteligencia de las personas; internet multiplica de modo incalculable las audiencias, permite el uso de la palabra escrita, de la imagen y de los sonidos, intensifica la interlocución entre emisores y receptores, el receptor puede ser emisor y disponer de volúmenes desmesurados de información. ¿Cómo responder a ese poder? La responsabilidad siempre ha sido capacidad de responder por el poder de que uno dispone; aquí se trata de dar cuenta de un poder mayor que el que proveyeron los otros medios en el pasado.. No hay que inventar una nueva ética, sino de encontrar y asumir las aplicaciones éticas de siempre. La ética, en efecto, no depende de los aparatos o situaciones nuevas. Es la obediencia a la naturaleza humana y esta está ahí y ahí se queda en la galaxia internet lo mismo que estuvo en la galaxia Gutemberg.
Documentación
Internet, al crear el ambiente propicio para prescindir de los demás y aislarse, intensifica la naturaleza destructiva del individualismo radical. Lo ético aparece con la presencia del otro; su exclusión significa la desaparición de la base y el objeto de lo ético.
Anota Cebrián: “embebido como está (el cibernauta) en un mundo virtual e imaginario, se aparta de las relaciones con los más próximos, familia, vecinos, amigos.”
Este aislamiento, progresivamente excluye la socialización y con ella, el control social sobre la conducta. Anota Graham: “la mayor parte de la educación es el resultado de la socialización… La socialización no es un proceso de condicionamiento sino de formación… Los impulsos naturales, fundamento del conocimiento moral, se definen a medida que se someten al proceso de refinamiento de valores y prácticas heredadas y no inventadas. Cuando desaparece esa influencia de la sociedad y el hombre se aísla, fuera de todo control, los deseos más perversos no sufren represión alguna. En el mundo de Internet el público represor no existe".
En estas condiciones Internet desarrolla en los individuos "una actitud en sus relaciones interpersonales orientada por criterios de eficacia" (Brunet). La ética se plantea como respuesta a situaciones extremas de urgencia, no en el resto de la vida.
Sin embargo es un hecho que Castells describe como un factor poderoso: “ se trata de un sentimiento personal de pérdida de control, de aceleración de nuestras vidas, de hallarnos inmersos en una carrera sin fin en pos de una meta desconocida.” Esta pérdida de control es el punto de partida para numerosos dilemas éticos y el ambiente propicio para privilegiar la acción sobre la reflexión, condición en que las decisiones éticas son más difíciles. Explica Graham “un concepto de la moral como algo ligado a la acción, es una distorsión y una aberración.”
Concluye el mismo Graham: “ la crítica contra Internet será que no puede proveer una base adecuada para la vida moral. Conforme los individuos van creando más relaciones en Internet, el mundo en el que entran es el de la anarquía moral.”
Constituye un problema ético, relacionado con los deberes profesionales de un servicio honesto y eficaz, el que denuncia Cebrián: “Los cambios fundamentales de la nueva sociedad de la información vienen determinados por la velocidad a la que se produce. La velocidad es una constante. La velocidad imprime un ritmo a la toma de decisiones vecino a la improvisación, cuando no al atolondramiento.”
Los valores de equidad y de relación con el otro se ponen a prueba con la creación de nuevas clases: los info-ricos y los info-pobres. “Las oportunidades de empleo, de educación, de ocio y de bienestar para los info-ricos aumentan de forma casi exponencial; quienes quedan al margen contemplan cómo aumenta su marginación y su alienación…La nueva estructura global del mundo determina a unos como amos y a otros como esclavos.” ( Graham).
Plantea una reflexión ética la aparición de un nuevo ejemplar humano, resultado de las condiciones éticas creadas por Internet. Brunet, citando a George Devereux, los llama los esquizoides y los describe: “ son impersonales en sus relaciones humanas, de fría objetividad, como ideal científico, indiferentes en lo afectivo y aislados en las grandes ciudades; fragmentados en sus comportamientos diarios, sin sentimientos ni compromisos en el mundo social, incapaces de tener una verdadera personalidad".
Javier Darío Restrepo
Cuarenta Lecciones de Ética
Random House, Caracas, 2006, pp. 262, 263, 264
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